Curiosidades sobre nuestro amigo Gaturro y su creador Nik


Las tiras de Nik no son extremadamente graciosas. Tampoco podría decirse que resultan apoteósicas al estilo de algunas performances de Alfredo Casero.

Por el contrario, parecen buscar en su receptor una sonrisa confidente antes que una carcajada. Su obra, su arte, representa un raro equilibrio entre lo gráfico y palpable (el color, el dibujo) y lo virtual (el diálogo en el aire, las anotaciones al margen, el chiste reptando debajo de las caricaturas). En los últimos 10 años, Nik -Cristian Dzwonik, nacido en Buenos Aires hace unos treinta y tantos años, diseñador gráfico recibido en la UBA, premio Konex de Platino- se ha hecho víctima y merecedor de las dos caras del reconocimiento público.

Por un lado están sus lectores diarios (en "La Nación" y "La Mañana de Córdoba", entre otros), sus seguidores de todo orden, esos que leen sus tiras sin falta o se aferran a sus muy particulares libros en formatos coloridos y originales. Por el otro, quedan dando vueltas (¿al acecho?) algunos colegas que no lo quieren bien -precisamente- y lo atacan públicamente por diversos motivos. De todos modos, nunca queda muy claro a qué vienen los embates. Será una de las cuotas que exige a cambio el éxito.

Asegura que no le gusta contar chistes, puesto que su capacidad para plantar una risa en los demás está íntimamente vinculada con la vida de sus personajes. Sin embargo, como verán, en esta entrevista se muestra entretenido, ocurrente y espontáneo. Uno intuye que Nik sí es gracioso o lo sería si así lo quisiera en una reunión o en la parada de un colectivo. Pero, simplemente, no le da la gana ponerse en el papel del chistoso de la familia. Como sea, esta vez, como siempre, Nik nos hace cambiar el gesto e invocar una de las formas de la alegría. Se trata de un regalo suyo que no tiene precio.

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